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A veces enfrentarse al estudio puede resultar tedioso y frustrante. Después de unas cuantas horas lidiando con datos, información y fórmulas, toda clase de pensamientos negativos acuden a la mente: "No sirvo para esto", "No soy lo suficientemente bueno", "Es imposible que memorice todo esto en tan poco tiempo". Las causas de la inefectividad a la hora de estudiar son diversas y complejas, puesto que cada estudiante requiere de un análisis individualizado. Pero, entre ellas, podríamos englobar falta de motivación (muchas veces instigada por la falta de confianza en las capacidades propias), problemas de base no subsanados a tiempo, falta de planificación o aptitudes más o menos desarrolladas dependiendo de la asignatura.
Pese a que cada caso es distinto, hay claves comunes, herramientas básicas que pueden aplicarse para comenzar a trabajar obteniendo resultados. Algunas son obvias, pero necesitamos que nos las recuerden; otras simplemente se pasan por alto o se desconocen.
1. Planificación y disciplina: esto es todo lo contrario al clásico error de "dejar todo para dos días antes del examen". El conocimiento que se va adquiriendo paulatinamente se asienta mejor y una vez establecida la base es mucho más sencillo ir agregando piedras a la pirámide. Crear una rutina de estudio es imprescindible para evitar la sensación de que estamos digiriendo una enorme masa de información (que, asimilada así, vamos a olvidar a los tres días).
2. Ambiente adecuado: buscar un lugar lo suficientemente iluminado, aislado del ruido, con amplio espacio para el material, y mantener un orden en el escritorio será sumamente estimulante a la hora de sentarnos para afrontar las tareas. El escritorio debe ser un espacio libre de distracciones. El móvil, pese a lo que pueda costar, es uno de nuestros peores enemigos a la hora de conseguir la concentración que tanto necesitamos.
3. Evitar la memorización literal: la memorización literal puede ayudar en determinados casos, pero a la hora de asimilar y relacionar conceptos será inservible. Para aprender y retener el conocimiento con efectividad tenemos que "apropiarnos" de él, hacerlo nuestro, expresarlo con nuestras propias palabras. Será mucho más provechoso una hora esforzándose en comprender un concepto básico que una hora memorizando información sin más. Memorizar sin comprender es como construir un edificio inmenso sin los cimientos apropiados. En cualquier momento se desmoronará.
4. Alimentación: "Mens sana in copore sano". Lo hemos oído toda la vida y seguro que en casa la mayoría de los estudiantes siguen una dieta más o menos equilibrada. No obstante, a veces hay elementos que se nos pasan por alto y que pueden ser determinantes en nuestra predisposición de cara a las tareas académicas. Diversos estudios han demostrado que el azúcar refinada, aparte de ser adictiva, es uno de los grandes enemigos invisibles de la concentración, por lo que reducirla drásticamente (administrarla solo como premio por un logro especial, por ejemplo) puede ser muy positivo para tener un estado físico y mental idóneo de cara al estudio.
5. Comunicación: a veces, por vergüenza, temor al castigo o a decepcionar, el alumno no expresa sus dudas o sus necesidades. Buscar ayuda a tiempo es en la mayoría de las ocasiones la decisión más sabia que puede tomarse. Aprender a comunicarnos también significa conocer nuestros límites y estar dispuestos a superarlos. Si somos conscientes de ellos, todos los pasos que demos serán en tierra firme.
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